La relación de Sérgio con el café comenzó con la unión de dos familias. Su padre, un inmigrante italiano, se casó con una hija portuguesa y juntos empezaron a cultivar café en una parcela que ella heredó.
A los 12 años, Sérgio ya cultivaba, una experiencia que le ayudó a seguir trabajando cuando, a los 20, perdió a su padre prematuramente.
Cuando aún no se hablaba de calidad en la región, él ya se daba cuenta de que aptitudes no faltaban y, en 2001, fundó junto con los productores la Asociación de Cafés Especiales de Minas.
«Mi sueño es que cada café que salga de Matas de Minas tenga su identidad preservada y que el consumidor sepa que cuando sostiene una taza de Fazenda Cotrim e D'Alessandro puede sentir cuántas manos han pasado por esa bebida».